martes, 21 de octubre de 2008

DEL PULPITO DE UN PREDIKADOR

DEL PULPITO DE UN PREDICADOR.
By: Bob Moorhead.


Soy de la compañía de los ke no se avergüenzan. Tengo el poder del Espíritu Santo. La suerte está echada. He atravesado la raya. La desición es irrevocable. Soy su discípulo. No miraré hacia atrás, no desistiré, no disminuiré la velocidad no retrocederé ni estaré inmóvil.

Mi pasado fue redimido, mi presente tiene sentido y mi futuro es seguro. Terminé por completo con la manera baja de vivir, con el andar por vista, con los planes diminutos, con las rodillas blandas, los sueños indiferentes, visiones dóciles, conversaciones mundanas, donaciones mezquinas y metas pigmeas.

Ya no necesito preeminencia, prosperidad, posición, promoción, aplauso ni popularidad. No tengo que ser influyente, ni ocupar el primer lugar, ni ser superior, ni ser reconocido, exaltado, estimado ni recompensado. Ahora vivo por interesencia, me apoyo por fe, ando con paciencia, soy transportado en la oración y trabajo por mandato. Mi semblante está fijo, mi paso es ligero, mi meta es el cielo, mi senda es estrecha, mi camino áspero, mis compañeros pocos, mi guía confiable y mi misión definida. No recibo soborno, no puedo hacer concesiones ni hacer rodeos; no me dejo seducir, no puedo retroceder despistarme ni demorarme. No vacilaré frente al sacrificio, no me atemorizaré en presencia del adversario, no negociaré en la mesa del enemigo, no deliberare ante el emporio de la popularidad ni vagaré por el laberinto de la mediocridad.

No renunciaré, no me callaré, no desistiré hasta que esté firme, pertrechado, transportado en la oración, rendido y exhortado en la causa de Cristo. Soy un discípulo de Jesús. Tengo que ir hasta que El venga dar hasta desplomarme, predicar hasta que todos le conozcan y trabajar en Su causa hasta que El me detenga. Y cuando El venga por los suyos no tendrá dificultad en reconocerme: mis distintivos serán fáciles e reconocer.

(Tomado de hechos, Nov./Dic 1896 Vol. 1/No1: Pág. 241)

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