No todos tienen el
gusto por un mosh. Sabrá Dios porque, más a la hora de juzgar nuestra riqueza
cultural los invito a mirar el rastro tras estas camisetas negras, puños al
viento y tatuajes. Somos hermosos seres humanos llenos de amor y misericordia.
Imagen y semejanza del Señor Todopoderoso. Nuestra identidad se forja entre
espadas y demonios, entre desigualdad y afrentas, entre el odio y la pasión.
Solo el más fuerte nos liberó, Jesucristo Redentor.
No pedimos aceptación, a veces estorba. Solo la mirada
estridente desde el calvario nos es suficiente. El creador fuerte y valiente, a
saber por nosotros crucificado es el único Dios al cual podemos inclinar
nuestra lealtad. Nos rendimos a ese amor plasmado entre sangre, sudor y
lágrimas. La violencia de este Rey que después de soportar tanta maldad reírse
en su cara, entendió el lenguaje de esta humanidad caída y arremetió contra
ella con sangre inocente para extirpar nuestras condenas y liberarnos del
infierno.
Nuestro Padre del cielo es bueno...