lunes, 25 de enero de 2016

Tres perforaciones.


By Fernando "Koheleth" Pereira L.

A veces pensamos que hacer para que la vida sea más divertida, otras ocasiones imaginamos aventuras increíbles mientras vivimos nuestra realidad. El ahora, este hoy, este instante que no termina de educarnos. Otros no se detienen a pensar que más pueden hacer con sus vidas, tristes y monótonos llevan una rutina que los agobia y cansa. Otros toman la vida como si fuera un carnaval, siempre de fiesta, viven el presente sin planificar un poco su futuro.

Pienso en Jesús. En su estilo de vida para nada complicado pero con el tino exacto que lo llevaba a realizar las actividades más interesantes que todo ser humano debiera intentar. Lealtad a Su Padre por sobre todo, obediencia a los principios presentes en las Eskrituras, inteligencia práctica para los eventos de la vida diaria. Felicidad de compartir con otros. Comprometido en ayudar a resolver la necesidad de los que menos tienen. Frontal y protestante contra la corrupción de las autoridades y políticos de su tiempo. Amor real en todo lo que hacía. No necesitaba fingir ni esconder su ira ante los actos que consideraba injustos. Perdonador a full time. Comprometido con lo que creía, lo que empezaba lo terminaba. Cariñoso con las mujeres, en especial con su madre. Si hubiera tenido hijos, sería el padre que quisiera haber tenido. Si hubiera tenido esposa, estaría pegado a la biblia para aprender como relacionarme con la mía. Son muchos los detalles de Su vida que me impresionan y no dejan de atraerme.

Cuando imagino todas estas cosas y eventos de la vida de Jesús, no dejo olvidado ni siquiera un poco, cada circunstancia que he tenido que vivir. Hasta aquí nada me ha matado, por decirlo de cierta manera, todo ha resultado para beneficio y bienestar de mi propia existencia y para la salud de mi hogar. A veces creo que presiono demasiado a mi amada y llego al extremo de sofocarla. A veces me ha dicho que no puede ir a mi ritmo y me pide paciencia. Con ocasión de esto me preguntaba cuantas veces otros me tuvieron esa paciencia que mi esposa me pide (¡hasta mucha más!) y no tuve que pedirla. Ellos intuyeron mi ignorancia y determinaron en su corazón bajar un poco la velocidad, soportar mi inmadurez y darme un poco más de atención para que aprendiera bien.

Supongo que seguiré siendo grato con Jesucristo por cada pastor, por cada amigo, por cada conocida, por esos envidiables misioneros. Por cada una de la Iglesias donde serví, por cada uno de los creyentes que me animaron. Por los padres que me dio, por el hogar del cual provengo, por mis hermanos. Por las malas desiciones tomadas y las elecciones erróneas. Por los golpes de la maldad, de la religión y del enemigo. En cada circunstancia Dios me preservó la vida. Vivo con las consecuencias de todo lo que he hecho y no puedo recordar una sola vez que Dios me haya abandonado. Nunca me ha dejado solo ni se ha hecho el desentendido desde lo más pequeño hasta lo realmente complejo de asimilar.

Tres piercings llevo en mi oreja izquierda y hace no muchos días decidí que significaran algo distinto a un simple adorno. Soy tres veces esclavo (DOULOS) voluntario de mi Señor y Salvador. Tres experiencias que me han marcado, en las cuales peleé con Dios para intentar hacer mi voluntad por encima de la de Él. Y en cada una de ellas, al igual que un pescador de cocodrilos, El me atrapó, me sacó del agua y en vez de dejarme morir prefirió cortar el hilo y dejar el anzuelo en mi pero con forma de un arete para qe me sea difícil olvidarme quien soy en El. Tres ocasiones para recordarlo vivo dentro de mí, tres experiencias que deseo relatar.

Primera perforación.- el legalismo religioso. Mi ego me decía que tenía que ser mas devoto cada día. Juzgaba a todos. Me convertí en un evangélico arrogante y sabelotodo. Dios me cazó con astucia, me atrapó y uso a un gran amigo para hacerme entender Su maravillosa Gracia.

Segunda perforación.- El Divorcio. Pensé que todo se terminaría allí, que mi vida no tenía ya más sentido. No entendía como me cambiaron por otro hombre. Me convertí en alguien miserable, que vivía dentro del contexto evangélico por mera costumbre. Dios me ordenó ser ejemplo, pero no sabía cómo serlo dentro de esta experiencia de muerte. Otra vez Dios me cazó con rudeza y me enseñó a ser fiel a Él y a mantenerme dentro del camino con la cabeza en alto. El daría la cara por mis cuantas veces sea necesario.

Tercera perforación.- El Espíritu Santo. Llegué a creer que sabía quien era El, en cierto sentido creía que podía manejarlo a mi antojo. He servido en muchas denominaciones protestantes, y en cada una de ellas el asunto teológico que más atrapaba mi atención era la persona del Espíritu Santo. No me considero pentecostal, pero tras juzgar demasiado. El me cazó con fuego, me rodeó con dolor y me orilló con sufrimiento. Ya no tenía donde ir. Si quería escapar, no había otro camino que atravesar las llamas, fui directo hacia ellas determinado a morir y allí El me atrapó con fuego. No morí, ni fui dañado…todo lo contrario fui purificado!

Ven Dios… ven Espíritu Santo…arde en mí y quémame…como tú quieras, como tú elijas, solamente  llévame a mi Salvador!


Deseo con todas las fuerzas de mí ser que anheles desesperadamente parecerte a Jesús, que dejes a un lado todos los complejos y solamente decidas seguirlo a Él. Dios es más que la entretenida distracción de la teología, más atrayente que las tentaciones temporales de esta vida momentánea y sobre todo EL ES NATURALMENTE SOBRENATURAL.