lunes, 31 de marzo de 2008

Gálatas 6:14


“En cuanto a mí, jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quién el mundo a sido crucificado para mí, y yo para el mundo”
Gálatas 6:14(N.V.I.)


Tal vez es un poco difícil entender lo que ronda por la cabeza de un hombre comprometido en amar a Dios.

Un poco más difícil es entenderlo (lo que piensa y siente) y apoyarlo. Se necesita dejar a un lado lo natural, lo objetivo, lo que se ve y dejarse empapar de la fe.

No me refiero a la típica corazonada que ha sido puesta en el corazón del ser producto del medio donde se forma. Ni tampoco a lo se hace llamar una “fe ciega”.
Más bien me refiero al testimonio que da el Espíritu acerca de los creyentes.

A menudo me topo con la idea de hasta cuanto estoy dispuesto a entregar por el amor que tengo a mi Dios…aún no respondo esa pregunta.

Solo sé que en el trayecto de esta vocación, en el ejercicio mismo del camino de la fe he aprendido a amarle.

Creo que se necesita una masificación inteligente de la Palabra de Dios, una saturación astuta. No necesariamente popular. Más bien individuos que viven la palabra y la comparten. PORQUE ESE ES SU ESTILO NATURAL DE VIDA.

Entiendo que parece una utopía. ¿Pero qué nos impide intentarlo?

Acaso no lo siguen haciendo hasta hoy todos los que sostienen una causa, un ideal? Que aunque a veces sus posturas no necesariamente están equivocadas, pero sí incompletas por no llevar implícitas el consejo y la aprobación directa de Dios.

Hoy impera la saturación de los medios y su filosofía de tolerancia. Se idolatran dioses como la ética, estética y la libertad sexual. Se olvidan los principios eternos y el sentido común. Se viola la moral y se traiciona la confianza.

El individuo de hoy no se ha olvidado de Dios, más bien lo ha logrado silenciar. Convirtiéndolo en un objeto más de su distracción. Se entretiene con la idea de Dios como si fuera un muñeco más un su gran “caja de juguetes”.

El individuo de hoy solo juega a vivir. Su existencia pasa demasiado aprisa. No tiene tiempo para detenerse y reflexionar en su destino eterno.

¿Cuál es tú responsabilidad ante esta falacia del averno?