jueves, 4 de junio de 2020

Proverbios 3:5-8 (NTV)

Confía en el Señor con todo tu corazón;
    no dependas de tu propio entendimiento.
Busca su voluntad en todo lo que hagas,
    y él te mostrará cuál camino tomar.
No te dejes impresionar por tu propia sabiduría.
    En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.
Entonces dará salud a tu cuerpo
    y fortaleza a tus huesos.

Es posible estar equivocados, y más aún, sinceramente muy equivocados si pretendemos aconsejar a otros en nuestra propia prudencia. No será la última vez que terminemos empeorando más la situación y complicando aún más la vida de otros cuando aconsejamos sin la sabiduría del Señor sobre nosotros.

No es complicado vivir bien, pero algunos insisten en hacerse daño a ellos mismos por su necedad.

Debemos admitir que si queremos realmente resolver un problema, debemos dedicarle tiempo y atención a eso que nos roba la tranquilidad.

Las respuestas que nunca olvidamos son las que cuestan y duelen. Pero no deberíamos esperar llegar hasta allí.

La fe en Cristo le ha hecho muy bien a occidente, a sido una vertiente de desarrollo ligada a la fe. El progreso, la educación, el comercio y demás lo debemos a la conciencia cristiana.

De allí que nos consideramos un continente cristiano a pesar de abandonar la fe en lo medular. Con esto en mente es que nuestros pecados individuales se convierten en sociales porque afectan nuestra paz y alteran el orden moral establecido en la ciudad.

Por lo tanto adquirir sabiduría en el Señor es un deber cívico y saber admitir que necesitamos consejo es símbolo de sana autoestima. De allí que hacer el bien y legalizar nuestras buenas obras produce justicia.

Básicamente ningún ciudadano debería estar alejado del Señor haciendo cosas malas y si esta sucediendo es porque todos lo hemos permitido, solapado y legitimado. La ley no debería ser ciega cuando le conviene. Ni estar divorciada del temor al Señor, ni el amor separado de las reglas.

Por lo tanto la manera mas radical y bíblicamente correcta de oponernos al diablo y sus secuaces en la tierra, es por medio de nuestra devoción genuina (Convertirnos a Cristo) a Dios. Así aseguramos que los malos no tengan otra posibilidad que practicar la Justicia. Y si alguien osara atrevido ceder a la tentación deberíamos temer el castigo de la ley civil y el justo escrutinio de Dios.

A quien pedimos consejo hoy que estamos plagados de tanta maldad y corrupción?

Solo Dios nunca te fallará! 
Ante El debemos confesarnos y aceptar sus instrumentos de corrección sobre nosotros.

-PHES.