martes, 7 de julio de 2009

EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES.





By: Freddy Pereira López

“Una comunidad humana, particularmente humana, que experimenta incluso sus propias contradicciones y pecados”

(Juan Esteban Londoño)

Pues así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás. Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.

El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad.

Romanos 12:4-13 (Nueva Versión Internacional)

La realidad latente de la postmodernidad y la generación emergente nos arroja a los pies de Dios para decir como S. Pablo a Timoteo “te recomiendo que avives la llama del don de Dios en ti”.

¿Qué nos hace pensar que estamos lejos de experimentar la misma necesidad que las comunidades a donde se dirigió la enseñanza bíblica acerca de los dones espirituales?



Al igual que S. Pablo lo hiciera, hoy también es necesario llamar la atención a nuestras feligresías y guiar respecto al tema. La Escritura nunca pasará de moda, ni esta sujeta a ella, por lo tanto sería sabio prestar atención al consejo que nos amonesta diciendo “Hermanos en Cristo, sean inocentes como niños, pero no piensen como niños. Piensen como personas maduras.” Una tendencia peligrosa es olvidar que estamos en un proceso diario de construcción. Y la idea original de Dios al regalarnos sus dones, esto es capacitar Su iglesia y testificar a la sociedad su gran amor, se desvía y nos divide en bandos. Satanás con mucha astucia se esfuerza en tratar de destruirnos desde adentro.

Siendo que nuestra misión debe reflejar compromiso, sacrificio y permanencia, es vital, por no decir urgente, administrar los dones como lo que son, un regalo. Que por cierto no nos ha costado, no hemos pagado dinero por ellos. Pero las cosas se hacen en orden y con una disciplina que hacen atractiva nuestras comunidades para los no conversos, mejoran nuestra intimidad con Jesús y nos ayudan a ser una iglesia que crece.





¿Cómo sabemos que clase de Iglesia debemos ser en el contexto actual?

Imaginemos el siguiente panorama:



“Un pastor guiado por el Espíritu, maestros no anclados al pasado sino a la juventud de Dios. Evangelistas que se niegan así mismos, misioneros que se entregan a entender y encarnarse en las culturas. Creyentes que en su culto privado y racional desesperadamente claman a Dios y El les entrega habilidades sobrenaturales para servir. Madres con una desesperada carga en sus corazones por los amigos de sus hijos. Hijos que viven a Jesús mientras hacen su vida normal. Hombres de negocios orando por el presidente de la nación. Universitarios orando por sanidad interior de sus compañeros gays. Adolescentes chateando con sus amigos el último milagro de Dios por su acné o sobrepeso. Una punkera regalando tratados en un prostíbulo centroamericano. Una feminista entregando sus derechos a Dios y aceptando el reto de pastorear una Iglesia en la cárcel. Un esposo que abraza a su esposa cuando la discusión se ha puesto acalorada y le dice TE AMO”.



¿No le parece una buena idea?

¿Entonces que hacemos?



Los dones nos fueron dados para servir sobrenaturalmente en medios y lugares donde seremos tentados a ser indiferentes ante las dolencias de los pobres, marginados y excluidos. No podemos negar la eficacia de una vida diversa en manifestaciones espirituales, donde el ser distintos atrae a los demás hacia la persona más importante, Jesús. Pero también debo aclarar que los dones son un regalo que viene de Dios, se deposita en nuestro ser y nos capacita para entender la voluntad de Dios hacia nuestras relaciones tanto con la comunidad de creyentes como con aquella gran sociedad no conversa.



Es imposible limitar y catalogar lo increíblemente maravilloso que resulta vivir en armonía con este carisma tan real que nos provee nuestro Padre celestial, a la vez, es tan fácil ser seducidos por la espectacularidad y ser desviados del propósito primerísimo de servicio a otros. Nuestra naturaleza humana sujeta a las distintas formas de seducción, aún deja ver las intenciones mal sanas de corazones aún con hábitos arraigados al egoísmo.



Amigos y hermanos si el pecado destruye al inconverso, no usar sabiamente los dones espirituales lastima a la Iglesia y a la comunidad. Los dones espirituales son una herramienta para amar no para abusar de las personas.